diumenge, 1 de març del 2009

BREVE HISTORIA DE GRECIA

Fue en Creta donde se engendró la civilización griega. Durante más de dos mil años, desde aproximadamente el 3500 a.C., creció la civilización minoica que, alrededor del siglo XVI a. C. se expandió hasta Micenas.En el siglo IV a. C. bajo el mandato de Alejandro Magno, el Imperio griego se extendió por Asia, hasta la India y al sur, hasta Alejandría. Desde principios del siglo II a. C. Grecia perteneció al Imperio romano y posteriormente tras la división del imperio, a la parte oriental bizantina de éste, bajo el que permaneció, hasta la caída de Constantinopla, en el año 1204.La Grecia actual, data de 1832, año en que el país se liberó de cerca de cuatrocientos años de dominación turca y estableció una monarquía.En 1941, fue conquistado por los ejércitos alemán e italiano. El país fue liberado en 1944 por los británicos, pero al poco tiempo cayeron en una guerra civil, donde monárquicos y comunistas lucharon por la supremacía. Esta guerra destructiva acabó en 1949 con la victoria de los monárquicos, pero un golpe de estado, perpetrado en 1967, derrocó la monarquía e instauró una república, gobernada por un gobierno dictatorial opresivo. El régimen cayó en 1974, tras un intento frustrado de invadir Chipre. En 1975, el gobierno civil fue restaurado y Grecia se convirtió en una república democrática.

La Edad de Piedra
El paleolítico se extiende desde 2,5 millones de años a.C. a 9000 a. C. en Grecia se ha hallado muy poco de aquella época. Esta tardanza hace que la aparición de la cultura griega, a partir de 3000 a. C., tenga un carácter todavía más extraordinario.
Se conoce la existencia de pobladores en Grecia desde 200.000 años a.C., posiblemente procedentes de Oriente Medio, que se instalaron en las fértiles llanuras de Tesalia. En este periodo también se fijaron los primeros asentamientos en la isla de Creta y los de algunas islas del mar Egeo, con indicio de floreciente comercio entre comunidades.

Minoicos
La cultura ciclada surgió a partir de 3200 a.C., en las islas Cícladas, en el mar Egeo. Han llegado un gran número de estatuas y estatuillas principalmente provenientes de tumbas.
La cultura griega floreció realmente por primera vez con la civilización minoica, donde se excavó el palacio real de Cnosos de Creta y la bautizó así en honor al legendario rey Minos. En aquella época, Creta dominaba el comercio Mediterráneo oriental gracias a su situación estratégica, que también fue determinante durante la segunda guerra mundial.
La civilización llego a su máximo esplendor hacia 1500 a.C., época durante la cual el comercio de cerámica, vino, aceite, joyas y otros bienes prosperó en lugares como Egipto y Oriente Medio.
No se sabe exactamente los motivos de la desaparición de la civilización minoica. Pudo tratarse de una revolución del pueblo contra los poderosos sacerdotes y gobernantes o deberse a una catástrofe natural. Tampoco puede descartarse una invasión de los micénicos, pueblo que llegó a dominar el Egeo.

Edad Micénica
La ciudad de Micenas se fundó hacia 2100 a.C. hubo asentamientos de las corrientes migratorias que cruzaban Europa procedentes del subcontinente indio, pero enseguida cayeron bajo el control de minoico, cuyo centro de poder estaba en Cnosos, Creta.
Pese al desconocimiento sobre la cultura micénica, existen algunas certezas. Las tablillas de arcilla con fragmentos de escritura denominada la lineal B demuestran que los micénicos hablaban un antiguo dialecto griego. Hacia 1400 a.C., cuando la civilización minoica se derrumbó por alguna razón desconocida, los micénicos pasaron a controlar la riqueza y el comercio en el Egeo oriental que antes habían dominado los minoicos.
Realidad y ficción se mezclan en la historia de la batalla de Troya. Homero narró en la Ilíada cómo Agamenón, rey de Micenas, llevó sus tropas a Troya y estuvo entre los valientes que durante diez años sitiaron la ciudad. Al final, los griegos tomaron Troya gracias al ardid del caballo de madera hueco. Agamenón regresó victorioso a Micenas acompañado por la princesa troyana Casandra.
A pesar de su fortaleza, la cultura micénica duró solo unos doscientos años.

Periodo Dórico
La invasión de los dorios del norte de Grecia hacia 1200-1100 a.C. Llegaron al Peloponeso y ocuparon Corinto, después tomaron el control de Micenas, Esparta y La Argólida.
Los dorios eran un pueblo guerrero y parecían de una cultura que enalteciera a micénicos y minoicos. O único que hicieron fue suprimir las creencias que había en las tierras que conquistaron y que entonces comprendían gran parte de la Grecia continental, Creta el Dodecaneso, parte del sur de Italia, Sicilia y hacia Oriente Medio. Con los dorios decayó el comercio marítimo que había enriquecido a los pueblos precedentes. Aquella pérdida fue muy grave para Grecia que siempre ha dependido del comercio marítimo, hasta llegar a las grandes dinastías navieras del siglo XX. El comercio terrestre siempre habías sido difícil porque las montañas del norte eran una barrera natural y hacia el este había constantes disputas con los turcos. El mar era vital. La población pasó a depender de la agricultura para sobrevivir.

La Grecia clásica
El hecho de ser un país con tantas islas propició que sus habitantes se centraran en sus propias comunidades, lo que llevó al surgimiento de las ciudades-estado a partir del siglo IX a.C. Funcionaban de forma totalmente independiente, formaban alianzas, comerciaban e iban a la guerra como naciones diferentes.
Las dos ciudades estado más poderosas fueron Atenas y Esparta. Los atenienses eran mucho más cultivados y en el siglo V a.C. todos los varones que no eran esclavos tenían derecho a voto. La importancia de este hecho en tan remota época se puede apreciar si se tienen en cuenta que durante la segunda mitad del siglo XX aún no había países cuyos ciudadanos no podían votar.
A esta era también se la ha llamado el Siglo de Pericles, político que introdujo ideas revolucionarias y fomentó las artes y la arquitectura. Durante su gobierno se construyó el Partenón, floreció el teatro y se introdujeron muchas ideas democráticas. Pericles estableció que los trabajados para el Estado debían ser remunerados, que los varones libres deberían votar y que los ciudadanos podían decidir quién tenía que gobernarles.

Alejandro Magno y el Imperio Macedonio
Filipo II nació en 382 a.C., en Pella, entonces la capital de Macedonia, y fue coronado rey en 359 a. C. Aunque se impuso a sus enemigos y expandií sus dominios, su hijo Alejandro Magno fue bastante más poderoso que él, ya que con sus acciones cambió para siempre la faz de esta parte del mundo.
En aquel tiempo Grecia había encontrado el modo de rechazar a las potencias invasoras para volver luego a sus luchas internas. Sin embargo Filipo II y Alejandro fueron otro tipo de atacantes, que Grecia y el resto del mundo civilizado no tardaron en descubrir.
Alejandro solo tenía 20 años cuando asesinaron a su padre y, como flamante gobernante de un pequeño imperio nuevamente poderoso, era muy vulnerable. Hizo lo que los grandes estadistas han llevado a cabo: asesinó a sus posibles enemigos en su propio campo. Recuperó el control de Tesalia, que se había rebelado contra los macedonios, e hizo lo mismo con Tracia.
Con todas estas acciones, rápidas y brutales, Alejandro pronto se erigió en el gobernante más poderoso del mundo griego de entonces. Tomó el mando de las tropas macedonias y en 334 a.C. las condujo hacia el Helesponto. Su liderazgo inspiraba a sus hombres y, aunque a menudo no superaba el número al ejército persa, siguió derrotándolo y expandiéndose hacia el Oriente Medio y Egipto.
Las ciudades que conquistó Alejandro fueron centros de civilización y cultura, y con él se expandió la sabiduría y la lengua griega de forma imparable, al mismo tiempo que se interesaba por la cultura de los lugares conquistados. Si Alejandro no hubiera muerto, sin duda su imperio habría expandido aún más, pero era casi imposible que tras su muerte surgiera otro líder equiparable que mantuviese el imperio unido.

La Grecia Romana
Con la muerte de Alejandro, el imperio se desintegró rápidamente; algunas de las zonas más remotas reclamaron la independencia mientras que tres grandes áreas siguieron bajo control macedónico: Egipto, Persia y la propia Macedonia-Grecia. La consecuente ruptura provocó una serie de guerras cuyo resultado fue la pérdida de poder de las ciudades-estado griegas. Es lo que se conoce como período Helenístico, que abarca desde la muerte de Alejandro en 323 a.C., hasta el ascenso de un nuevo poder, el Imperio romano.
En menos de diez años, Roma tomó el control de lo que había sido Macedonia-Grecia, pero las ciudades-estado como Atenas, Esparta y Tebas pudieron mantener su independencia. Pero en 146 a.C., el Imperio romano conquistó las ciudades-estado, les retiró la independencia y, a cambio creó una nueva provincia romana llamada Macedonia. Se permitió que los habitantes conservaran su lengua, y la cultura romana más bien pareció un reflejo de la griega.

El Imperio de Oriente (Bizantino)
Hacia el siglo IV d.C., el imperio romano había perdido gran parte de su poder, lo que llevó a que se dividiera en dos: el Imperio de Occidente, con la capital en Roma, y el Imperio de Oriente, gobernado por la “nueva Roma”, la moderna Estambul. El emperador Constantino el Grande, trasladó a la antigua ciudad griega de Bizancio, que se convirtió en Constantinopla, para llamarse más tarde Estambul. El centro de interés se traslado a Constantinopla, creció el sentimiento anti griego, lo que tuvo como consecuencia la erradicación del antiguo paganismo helénico, se cerró el oráculo de Delfos (considerado por los griegos el centro del mundo) y dejaron de celebrarse los juegos Olímpicos, que representaban el espíritu helénico. Grecia perdió importancia y, para el entonces Imperio bizantino que las tribus eslavas invadieran parte de su territorio.
Entre el final del Imperio bizantino la llegada de los turcos, los griegos estuvieron a merced de otras invasiones, sobre todo durante las cruzada. Los normandos llegaron a Corfú en 1081 para instalarse allí y en la Grecia continental, mientras que a principios del siglo XIII los venecianos y los francos ocuparon gran parte del país. El resultado fueron dos siglos de disputas por la supremacía que sólo terminó en 1453, cuando los turcos tomaron la mayor parte del territorio.

La ocupación otomana
Los griegos todavía están resentidos por el largo periodo que estuvieron bajo el dominio del Imperio otomano, durante el que se construyó una mezquita en el Partenón, mientras éste se deterioraba.
Constantinopla sucumbió a los turcos musulmanes en 1453, año que los griegos consideran el primero de la ocupación, a pesar de que ya anteriormente los turcos empezaron a infiltrarse en lo que es la Grecia actual. La mayor parte del territorio cayó en manos turcas, exceptuando las islas Jónicas en la costa oriental, las Cícladas en el Egeo y algunos pequeños territorios de Creta y del continente.
Los turcos mantuvieron sin dificultas el control de su imperio durante más de 300 años. Sólo hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX surgieron movimientos enérgicos encaminados a recuperar la independencia.

La Guerra de la Independencia

En 1770, cuando la iglesia ortodoxa rusa acudió en ayuda de sus hermanos ortodoxos griegos en un intento fallido de derrocar al gobierno otomano. Pocos años después estalló la Revolución francesa, que animó a los griegos a creer que también podrían derrotar a sus tiránicos gobernantes.
En 1821 empezó la guerra de la independencia propiamente dicha.
Todo el mundo apoyó la causa griega y allí llegaron voluntarios para lucharen el movimiento de resistencia. Reino Unido, Francia y Rusia enviaron ayuda oficial a los griegos, mientras que los turcos reclutaban refuerzos entre los egipcios con la promesa de que si vencían obtendrían Creta y otras partes del territorio otomano. El final de la guerra llegó tras un encuentro naval fortuito en la bahía de Navarino, al sudoeste de la costa del Peloponeso. La armada turco egipcia fue aniquilada y, cuando el poderoso zar de Rusia declaró la guerra a Turquía, los turcos capitularon y aceptaron la independencia de Grecia. La oficialización del acuerdo, en 1830, bajo la garantía del Reino unido, Francia y Rusia, fue un acto de suma importancia para el pueblo griego.

Fuente:GERRARD, M. Atenas y Grecia. National Geographic

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